H.A.J.S.
Se miraba las manos que negras la tenia de tanto apoyarlas al suelo, en que estaba arrojada su existencia de la que ya había perdido toda gana, balanceando de vez en cuando la botella de licor que llena estaba con casi toda la vida absorbida de aquel infeliz, mientras le veía el fondo, rogando porque apareciese alguna gota milagrosa de brebaje embriagador, para así evitar la claustrofóbica lucidez consigo mismo. De pronto queda fija su atención en un insecto que de improviso se le metió al transparente envase, obsesionándolo por un momento sus pequeñas patas que rápidamente recorrieron gran trecho de este. Seguramente le recordó la araña gigante que lo persigue de vez en cuando, mientras corre por el valle malezoso, en oscuridad casi absoluta que tan absorbente llega a ser que la siente como una presencia que lo abraza e impide avanzar, coludida con el hambriento insecto. El ruido de un vehiculo golpea lo absorto que estaba. Lo sigue con la vista hasta que termina la sinuosa curva en que el camino de tierra se pierde. Remembranzas vienen nuevamente… esta vez, sobre su pequeño hijo, que en su infancia dejo de ver y que ahora era adulto. Hurgueteó en su memoria varias veces pero fue imposible… había perdido el recuerdo de su diminuto rostro. Con suerte reparaba en el nombre, solo porque era el mismo al suyo. A su mujer si que la guardaba en su memoria, claro que lo mas vivido eran las discusiones y golpizas que le propinaba, mientras le gritaba que no se entrometiera en sus cosas. Hasta a la casa abarrotada fue a parar la ultima vez que lo hizo, lugar donde, de vez en vez, retorna por culpa de su vicio. Llora en vano, en silencio y hacia dentro, para no despertar la curiosidad del resto de los espectros que por ahí deambulan y ven pasar la vida como el, queriendo que termine pronto, aburridos de existir, guiñándole el ojo a la muerte, en el abismo ahogado de su botella.
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